ALZHEIMER: ¿es posible prevenirlo con vitamina C?
La enfermedad de Alzheimer (EA): es una forma de demencia y la enfermedad cerebral neurodegenerativa más común a nivel mundial. Según estimaciones recientes hay 35,6 millones de personas en todo el mundo que viven con demencia, se espera que esta cifra aumente a 115,4 millones de personas en 2050.
Mientras que los científicos y los médicos están de acuerdo en que actualmente no parece haber una cura para el Alzheimer avanzado; cada vez hay más pruebas que sugieren que la intervención a nivel nutricional y de estilo de vida puede ayudar a prevenir y retrasar el avance de la enfermedad.
Por este motivo, ahora hay una gran cantidad de investigaciones sobre nutrientes específicos que se encuentran de forma natural en la alimentación humana que tienen efectos beneficiosos en el avance de la EA. Uno de gran interés es la vitamina C.
¿Qué causa la enfermedad de Alzheimer?
El cerebro es un órgano metabólicamente muy activo y, por lo tanto, está particularmente expuesto al daño de los radicales libres y al estrés oxidativo, que puede desempeñar un papel relevante en los mecanismos patogénicos que subyacen en la EA.
Las mitocondrias (que producen energía en las células) han demostrado ser el centro de la producción de los radicales libres. Esto es particularmente evidente en los enfermos de EA, en los que se han observado daños y disfunciones de las mitocondrias.
Las demandas de energía del cerebro humano son tan enormes que este recibe alrededor del 14 % del gasto cardíaco y consume aproximadamente el 18 % del oxígeno que se absorbe en los pulmones. Esto lo hace particularmente vulnerable al estrés oxidativo.
La investigación ha identificado que el cerebro de los pacientes con EA contiene lesiones que generalmente se encuentran ante la exposición a los radicales libres. Asimismo, la presencia de un nivel más elevado de antioxidantes generados a nivel interno en pacientes con EA, indica claramente que hay un estrés oxidativo.
Se cree que la ruta fisiológica que conduce a esta enfermedad es el resultado de una combinación de placas amiloides (depósitos anormales de proteínas) junto con nudos de fibras (nudos neurofibrilares), que impiden que las células nerviosas del cerebro funcionen de manera eficiente.
También se cree que las mutaciones genéticas aumentan el riesgo de desarrollar formas perjudiciales de placas amiloides. Cuando el beta-amiloide se acumula en el cerebro, desencadena una respuesta inflamatoria que produce daño por radicales libres, lo que culmina en efectos neurodegenerativos.
Finalmente, las células afectadas resultan dañadas, se deterioran y mueren, afectando a las zonas del cerebro a las que acceden, lo que genera una contracción.
Los ataques sobre las células nerviosas tienden a comenzar en las regiones del cerebro que son importantes para la memoria y el aprendizaje. A medida que la enfermedad progresa, afecta a muchas funciones cognitivas, conductuales y corporales.
Signos típicos y síntomas de la enfermedad de Alzheimer
Hay dos tipos de enfermedad de Alzheimer: de inicio temprano y de inicio tardío. La EA de inicio tardío es la más común y los síntomas se manifiestan alrededor de los 65 años.
Los signos y síntomas de alerta temprana de la EA incluyen:
Pérdida de memoria que altera la vida cotidiana, especialmente con el olvido de información aprendida recientemente.
Cambios en la capacidad para desarrollar y seguir un plan o trabajar con números, p. ej. no pueden seguir una receta.
Dificultad para completar tareas comunes, como conducir a un destino conocido.
Confundirse en fechas, horarios y estaciones.
Problemas visuales como dificultad para leer, conducir o calcular distancias.
Problemas para seguir las conversaciones y tener dificultades con el vocabulario.
Colocar mal los objetos y no poder recrear sus pasos para encontrarlos, o acusar a otros de robar los objetos que faltan.
Falta de juicio o escasa capacidad de decisión.
Retirarse del trabajo y de actividades sociales.
Cambios en la personalidad y el estado de ánimo: más desconfiados, temerosos, deprimidos y ansiosos.
¿Puede la vitamina C ayudar a prevenir la enfermedad de Alzheimer?
Existe una clara evidencia de que el estrés oxidativo juega un papel importante en el desarrollo de la EA. Por lo tanto, el uso de terapias antioxidantes representa una estrategia positiva para reducir el riesgo de EA.
La vitamina C o ácido ascórbico, es conocida por sus poderosas propiedades antioxidantes y su capacidad para neutralizar el daño de los radicales libres, así como para reciclar otros antioxidantes celulares importantes.
Prácticamente todas las células del cuerpo dependen de la vitamina C, pero ninguna en mayor medida que el cerebro, donde se encuentran las concentraciones más elevadas de ácido ascórbico. Las pruebas demuestran que la toma de suplementos con ácido ascórbico protege a las mitocondrias en las células del cerebro contra las lesiones oxidativas.
Según estudios en animales, incluso las deficiencias moderadas de vitamina C desempeñan un papel importante en la aceleración de las placas amiloides y la aparición de estrés oxidativo a nivel cerebral. Además, se ha descubierto que el consumo de antioxidantes reduce la toxicidad de los beta-amiloides en el cerebro de los pacientes con EA.
En general, la evidencia sugiere que unos niveles más elevados de ácido ascórbico en el plasma sanguíneo se asocian con una mejor función cognitiva o un menor riesgo de deterioro cognitivo.
Aparte de su actividad antioxidante excepcional, la vitamina C tiene una serie de otras funciones no antioxidantes con efectos beneficiosos para la salud del cerebro:
Funciona como cofactor en varias reacciones enzimáticas importantes que facilitan la producción de neurotransmisores como la norepinefrina (noradrenalina) y la dopamina. Estos importantes neurotransmisores son necesarios para la motivación, el estado de alerta, la concentración y la memoria.
Actúa reduciendo la toxicidad de los metales pesados en el cerebro, que son muy tóxicos para el sistema nervioso. Diversos trabajos de investigación han destacado la toxicidad de los metales pesados como causa de los nudos neurofibrilares y beta amiloides que pueden provocar EA.
También se cree que previene los cambios neurodegenerativos y el deterioro cognitivo al proteger la integridad de la barrera hematoencefálica.
Comida para el pensamiento...
Diversos estudios han demostrado que las frutas y verduras con altos niveles de antioxidantes pueden proteger el cerebro y reducir la incidencia de la demencia y EA, especialmente en los estadios iniciales.
Al ser la vitamina C una molécula antioxidante vital en el cerebro y esencial para su función neuroprotectora, es importante conseguir unos niveles adecuados en la dieta.
Los 10 alimentos más ricos en vitamina C
Los mayores beneficios de la vitamina C provienen de las siguientes frutas y verduras:
Contenido de vitamina C por taza (alimentos crudos)
- Guayaba: 377 mg
- Grosella negra: 203 mg
- Pimiento rojo: 190 mg
- Kiwi: 164 mg
- Pimientos verdes: 120 mg
- Naranja: 95,8 mg
- Fresas: 89,4 mg
- Papaya: 88 mg
- Brócoli: 81,2 mg
- Col rizada: 80,4 mg
¿Qué sucede si no es posible aumentar el consumo de frutas y verduras?
El consumo de suplementos representa una alternativa razonable, pero es importante elegir la forma correcta de vitamina C, ya que la biodisponibilidad de la vitamina C oral estándar es deficiente.
Los suplementos liposomales, como la vitamina C Altrient, le ayudan a conseguir la máxima absorción al capturar la vitamina C dentro de una membrana protectora llamada liposoma, que transporta el contenido directamente a las células que lo necesitan.
Este método único de administración protege la vitamina C frente a la oxidación y la degradación, evitando las molestias gastrointestinales y garantiza una biodisponibilidad de casi el 100 %.
Un considerable número de estudios ya han documentado las ventajas polivalentes de utilizar liposomas para un suministro específico a un lugar determinado y una absorción eficiente a través de las células.
Jacqueline Newson, licenciada con honores en Terapia Nutricional.
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